¿Pero qué coño les pasa a las mujeres que por muchos años que hace que las conozco jamás acabaré de entenderlas del todo? Bueno, del todo... ni a la mitad, vamos, ¿para qué nos vamos a engañar? Te juro que cada día que pasa me sorprenden con algo nuevo..
El otro día mismamente; sin ir más lejos. Habíamos quedado con unos amigos para cenar. Mientras ella se arreglaba en el baño, ahí… a su bola, sin que nadie le dijera nada, tomándose su tiempo, yo ya me había colocado mis vaqueros y mi camisa de salir de fiesta y la esperaba tranquilamente en el sofá viendo la tele. Ella tardó una hora en arreglarse. Bueno, hasta ahí, normal. Nada nuevo. Nada que cualquiera de nosotros no haya vivido unas mil veces. Salió preciosa, eso sí. Con su pelo bien arregladito, toda perfumada, con los labios bien pintarrajeados… que eso es otra cosa que tampoco entiendo. Si nos vamos de cena, ¿para qué coño te pintas los labios, si no te van a durar ni media hora y lo único que vas a conseguir es que el camarero tenga que estar frota que te frota en tu copa una vez nos hayamos largado? Y no veas la que lía como sea a ella a la que le traigan la copa con pintalabios. Los tacha de guarros, colega. ¡Pero si tú haces lo mismo! En esta vida hay que ser coherente, cojones. Si no te gustan las copas con pintalabios, no te pintes los labios para salir a cenar. ¿Es o no es? Pues no. Ella no lo ve así. Y luego soy yo el raro. Chico, yo, por más que me lo explique, es que no lo entiendo.
En fin, que nos desviamos del tema. Decía que fuimos a cenar con unos amigos y ella salió del baño, eso sí, después de una hora eh.., pero guapísima la tía. Llevaba una blusa de color … ¿cómo lo llama ella?... ¡crudo! Eso es .. bueno... para ella, que para mí es blanco oscuro y punto pelota. Mira que son complicadas las mujeres. ¡Hasta con los putos colores tienen que poner ahí la puntilla! Bueno, es igual. Pues la blusa esa blanco oscuro le quedaba que ni pintada. Llevaba sin abrochar los primeros botones y se le veían… ya sabéis… ¡las tetas, joder, las tetas.! Las domingas, si lo preferís. Los… ¿cómo lo llaman ellas? Sí, esa palabra que a mí me da risa…. ¿cómo es? No, pechos no. Pechos... aún tiene un pase. ¿Cómo es esa otra? … ¡Los senos! Eso es. ¡Los senos! ¡Hay que joderse con la palabreja! ¿Pero qué seno ni qué coseno, coño? ¡Las domingas de toda la vida de Dios!
En fin, que mi mujer está muy buena, aunque esté mal que yo lo diga, y cuando la vi salir del baño con aquello... medio al aire, me faltó tiempo para tirarme encima de ella. “¿Pero qué haces?”, me dice. “¡Qué tenemos prisa!”. ¡Hay que joderse con la prisa! Pues no tenias tanta prisa cuando te estabas pintarrajeando en el baño, cojones. ¡Que has tardado una hora! Esto no se lo dije, claro está. Tampoco era cuestión de que se pusiera de morros. Y, además, si quería tener algo a la vuelta de la cena después de ya 3 semanas, 4 días y 17 horas sin sexo, tampoco era cuestión de tocarle las narices antes de salir de casa. De modo que un “Sí, cariño” fue lo que salió de mi boca y, ¡ala!, con la escopeta cargada para la cena. ¿Qué, qué? ¿Qué te parece? ¡Con dos cojones y el cañón apuntando al norte que nos fuimos!
Luego, eso sí, la cena estuvo muy bien. Pero bueno, yo estaba más caliente que un novio con el culo pegado a una estufa. A mí no dejaban de írseme los ojos a las tetas de mi mujer. Bueno, a mí y a los camareros, y a mis amigos, y a los de la mesa de al lado. Y no es que me importe, la verdad. Ellos sólo pueden disfrutar las vistas; yo, con un poco de suerte, me sumergiría en ellas en cuanto llegáramos a casa. Y con esa idea en mente me lo estuve currando toda la puta cena. “¿Un poco más de vino, cariño?; Ya pago yo lo nuestro, amor, no te preocupes, ¿Tienes frío, corazón? ¿Te dejo mi chaqueta? ¿Prefieres que conduzca yo?”
Y luego ya en casa, pues, entre el vinillo y las ganas contenidas durante toda la puta noche, pues pasó... lo que tenía que pasar...¡Gracias a Dios! Después de tantos días de sequía no podía esperar ni un día más a que estallara la tormenta. Total, que nos pusimos a la faena y yo más feliz que una perdiz de que a ella no le doliera la cabeza. Ya os digo, el vino mucho mejor que una aspirina de esas con las que, al final, no consigues nada. Ni le quitas a ella el dolor de cabeza ni te quitas a ti el dolor de … bueno, ya me entendéis.
Total, que estaba yo allí dandole besitos en el cuello sin perder de vista las susodichas domingas que por fin serían mías, disfrutando de lo que se avecinaba, volviéndome loco de deseo y con toda la sangre en … bueno, en la escopeta cargada, cuando me puse a desabrocharle la blusa sin dejar de darle besos en el cuello (sé que eso la vuelve loca) y cuando ya la tengo a punto y voy a sumergirme en sus tetas y a desabrocharle el sujetador… resulta que lleva puesto el sujetador marrón asqueroso ese de vieja cubriéndole mis preciosas tetas. ¡Se me cayó el alma a los pies, os lo juro! Bueno, el alma... y lo que no es el alma… ¡ya os lo podéis imaginar! ¡Solo de acordarme me pongo enfermo!
¿Sabéis de qué sujetador hablo, no? Ese que es de color carne, marrón claro o como coño quiera que se llame ese puto color de mierda. Ese que nada más verlo se te revuelve el estómago. Ese que es capaz de bajar la libido del más echado para delante. Ese que debería de estar prohibido por orden gubernamental. ¡Pues ese! ¿Te lo imaginas? Claro, mi mente se bloqueó de tal manera que ya no pude seguir. Ya no veía tetas, colega; solo veía los pellejos de su abuela escondidos tras esa mierda de sujetador de vieja. ¡Así no hay manera! Total, que le escopeta sufrió un gatillazo y no pudimos terminar con la sequía. ¡Ni una gota, colega; ni una gota! Un día más que añadir a las 3 semanas, 4 días y 17 horas sin ni siquiera una leve llovizna. ¡Hay que joderse con la sequía!
Bueno, pues no creáis que la cosa quedó ahí, eh… Para nada. No ¡Pues no soy yo nadie! Ni corto ni perezoso, al día siguiente me fui en busca del sujetador de los cojones para tramar mi venganza. Abrí el cajón y allí estaba el hijo de puta, riéndose en mi puta cara. ¡Será cabrón! Lo agarré con un asco que te cagas (por cierto, que si hubiera caído en la cuenta me hubiera puesto antes los guantes de fregar de mi mujer y así, de paso, no dejaba huellas) y lo tiré a la basura. Pero no a la de la casa, no, que no soy tan estúpido. Me lo llevé hasta el contenedor de basura de dos calles más abajo y allí lo dejé tirado al puto cabrón. ¡Este no me la volvía a jugar a mí! ¡Qué gusto que me dio verlo allí tirado entre las cáscaras de plátanos y los restos de comida! ¡No os lo podéis ni imaginar! Y después me fui para casa sintiéndome un hombre nuevo, tío. Con el deber cumplido, ¡sí señor!
Os sigo contando. A los dos días, estaba yo tan tranquilo viendo la tele un viernes por la noche y sale mi mujer del cuarto y me pregunta. “¿Oye, tú has visto mi sujetador crudo?” “¿Yoooo? ¡A mí que me registren! ¿Para qué voy a querer yo tu sujetador, nena?”. Cuando cerró la puerta del dormitorio me harté de reír. Tuve que taparme la boca y todo para que no me oyera. Esa noche, el puto sujetador de los cojones no me la iba a jugar.
¡Ayyyy! ¡Qué bien si aquí acabara la historia! ¿verdad? Pues resulta que no, tío. Resulta que el sábado pasado estaba yo viendo la tele cuando vino mi mujer de pasar la tarde con unas amigas y me enseñó toda orgullosa su última adquisición. ¿A ver si adivináis lo que se había comprado? ¡Otro puto sujetador color carne de mierda de esos! ¡Casi me dio una ataque al corazón cuando lo vi! ¿Y ahora qué cojones hago yo? Si me deshago de él otra vez, la cosa va a cantar un huevo, ¿no creéis? Mi mujer es lista. Yo creo que empezaría a sospechar….
En fin, que no paro de darla vueltas al asunto y he estado pensando escribir un mail al presidente del gobierno para pedirle que prohiba su venta en las tiendas de moda. Es hombre; seguro que me entiende. Entre nosotros... tenemos que echarnos una mano, ¿no? O eso, o decirle a mi mujer que el sujetador fue el origen del gatillazo del otro día.
¡Ummmmm…! Tendré que darle unas vueltas más.
En fin, chicos, tengo que dejaros. Aunque empiezo a pensar que ya lo tengo medio decidido…. ¿Alguien sabe la dirección de mail del Palacio de la Moncloa?
Ja,ja,ja. No se por qué me da a mi que es un sentir un poco común en los hombres.... A ver si alguno se anima a opinar... ;-)
Jajajajaja .... me sabe mal reirme del sufrimiento de este personaje😂😂😂aunque me encanta su manera de expresarse.... muy real
Ja,ja,ja. Me alegra que os haya gustado. Yo me lo pasé pipa escribiéndolo. ;-)
Montse, vaya que sí, tela marinera y las bragas de ese color ni te cuento😅😂😂😂
Es que el sujetador de color carne tiene telita... 😂