Mi madre, mis hermanas y yo hemos creado un club de lectura. Algo fugaz, eso sí —tan solo ha durado un par de meses—, pero ha resultado ser muy productivo para mí.
La primera en recomendar un libro fue mi hermana Beatriz, ávida lectora. Nos recomendó Tuarej, de Alberto Vázquez-Figueroa. Todas lo leímos, aunque mi hermana Azucena no llegó hasta el final —tiene delito la cosa; si lo habéis leído, entenderéis por qué—. Tras la lectura, lo comentamos con amplitud en una videollamada.
Yo recomendé La Barraca, de Vicente Blasco Ibáñez, novela corta con preciosas descripciones de la que ni siquiera llegamos a hablar ya que una de nosotras no la leyó. Sin embargo, la misma que no lo hizo, —¿adivináis quién?— nos recomendó un libro que le obligaron a leer en el instituto —y que sí leyó enterito— del que guardaba un hermoso recuerdo por la forma en que estaba escrito.
De este modo comenzamos la lectura de un libro que a mi hermana Olga se le atragantó, pero de cuya lectura mi hermana Beatriz y yo quedamos maravilladas. Y es este relato —un gran descubrimiento para mí— el que os quiero recomendar: El sur, de Adelaida Garcia Morales.
Tan solo la primera frase ya resulta impactante: la protagonista le habla a su padre fallecido. Original, ¿no? No es habitual encontrar en un escrito un narrador en segunda persona y ella lo maneja con una soltura que incluso logra que parezca sencillo.
Sin embargo, lo que más me impresionó del relato fue esa manera que tiene de no explicar nada y, sin embargo, arreglárselas para que el lector lo entienda todo. Eso que los escritores de a pie perseguimos sin llegar a alcanzar en demasiadas ocasiones, ella lo retiene en cada una de sus frases. Todas sus palabras rebosan connotaciones que el lector aprecia y comparte con la autora produciéndose una mágica conexión entre ambos. Además, he de confesar que es un hecho comprobado pues, acabada la lectura del relato, Beatriz y yo coincidimos en que habíamos pensado en la misma palabra al leer un determinado pasaje y esa palabra ni de lejos aparecía en el mismo. ¿Era esa la intención de la autora? Yo apostaría a que sí.
Aunque también subrayo que si lo que vas buscando es un libro para leer deprisa y sin pensar demasiado en lo que lees este no es el tuyo. El Sur precisa tranquilidad y dedicación, ya que lo interesante no es lo que cuenta, sino cómo lo cuenta. Sobre todo es en este sentido donde puedes disfrutarlo. Y te invito a que, si te decides a hacerlo, comentes conmigo después tus impresiones. Yo estaré encantada de compartirlas y releer las partes o el todo de lo que hablemos, como en una buena película en la que la segunda o tercera vez que la disfrutas todavía aprecias nuevos y bonitos detalles.
¡Buenas Pascuas y Feliz Lectura!