Mi tatarabuela se matriculó en la universidad siendo la única mujer en el aula. Mi abuela votó por primera vez cuarenta años más tarde que cualquier hombre. A mi madre solo le permitieron tomar la píldora tras cuatro embarazos que casi le cuestan la vida. A todas ellas admiro y de todas ellas heredé la fortaleza y el anillo que llevo en mi dedo. El mismo que heredará mi hija. Un anillo que, quizá algún día, podamos lucir sin que nos oprima.