Dándole vueltas al último contrato lo vi claro. Él lo había sabido desde un principio: nos había dado libertad con la que habíamos provocado guerras, superioridad con la que habíamos exterminado especies y poder con el que habíamos desequilibrado el clima.
El planeta agonizaba porque a Él se le había pasado por alto concedernos un pequeño detalle: una pizca de conciencia social. Aún así, había cumplido su parte: un cielo y un infierno.
Lo que no figuraba en el contrato es que el infierno lo construiríamos nosotros y que terminaríamos allí nuestras últimas horas con el aire arañando nuestras resecas gargantas y cuarteando nuestros maltrechos pulmones.
Vaya, la peor plaga y epidemia del planeta somos los humanos, no el Covid😔.
Muy gráfico lo que nos espera... si acabamos con nosotros mismos, al menos el planeta se librará de una buena.... conciencia, consciencia... nos falta eso y un hervor... 🤨
Genial micro. Más vale ir buscándonos otro planeta que parasitar. Un abrazo, Silvia.
Espero y confío que Él o Ella.. tenga un as en la manga y nos perdone de todos nuestros pecados. ( que no son pocos).
Siempre confiaré en almas terrícolas conscientes de luchar por un futuro conscientemente mejor y si éstas escriben relatos … oye pues … perfecto 😜