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El grifo

  • Foto del escritor: S.D.Esteban
    S.D.Esteban
  • 27 may 2023
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 24 nov 2024

Hoy ha fallecido en mi turno una señora mayor a la que el tiempo se le había agotado. Cuando la máquina a la que estaba conectada ha comenzado con su estridente pitido, yo no podía apartar la vista de la anciana preguntándome cómo habría sido su vida, y si habría sido feliz.

Horas más tarde, al llegar a casa tras la dura jornada de trabajo en el hospital, lo primero que veo al abrir la puerta es a mi marido sentado en el sofá frente a la televisión con el volumen demasiado alto. Le saludo y no contesta. Bordeo la barra de la cocina y saco de la nevera los canelones que dejé preparados de madrugada antes de salir de casa. Había ocho en la bandeja; ahora solo quedan tres. Busco la espátula para ponerlos en el plato y la encuentro sucia en la pila del fregadero. El grifo no está bien cerrado y pequeñas gotas, cansinas y repetitivas, caen sobre ella.

Con un tenedor traspaso los tres canelones de la bandeja a un plato y lo introduzco en el microondas. Mientras espero a que se calienten, observo a mi marido: tiene los pies sobre la mesita y sobre el regazo una bolsa de patatas fritas que introduce en su boca como un autómata sin apartar la vista de la televisión. Las migajas campan a sus anchas por su protuberante barriga y una de ellas ha quedado adherida a una barba que hace tres o cuatro días que no rasura.

Y las gotas continúan golpeando la pala sucia. Clic, clic, clic.

El pitido del microondas me recuerda que la comida ya está lista. Me siento a la barra y me dispongo a comer.

—¡Ah, hola! No me había dado cuenta de que habías llegado.

No contesto. A él no parece importarle porque sigue pendiente de la televisión. Sin embargo, yo no la oigo. Solo el incesante e insistente golpeteo sobre la pala a mi espalda llega hasta mis oídos: clic, clic, clic, clic. Y ese sonido, corto e intermitente pero constante, pesa sobre mí y se alarga para transformarse en el largo y continuo pip de la máquina de la señora fallecida esta mañana, solo que ahora ya no es la anciana la que yace sobre la cama sino yo la que permanece tumbada con los ojos abiertos mientras las décimas de segundo se convierten en años, las canas invaden mi cabello y las arrugas retuercen mi piel. Envejezco a una velocidad de vértigo al tiempo que el perseverante y perturbador pitido predomina, persiste y penetra hasta el más perdido paraje de mi pensamiento.

—Nena, ¿me traes una cerveza?

Vuelvo a estar sentada a la mesa junto a mis canelones intactos y fríos. Me levanto y, desde detrás de la barra, observo que mi marido continúa con los pies sobre la mesita y se carcajea por algo que ha escuchado en la televisión. Después se acomoda en el sofá con una mano grasienta en el reposabrazos.

Y el corrosivo martilleo de las gotas sobre la espumadera continua su curso. Clic, clic, clic, clic, clic.

—¿Qué pasa con esa cerveza, nena?

Mi mirada se traslada del plato de canelones a mi marido, clic; de mi marido al plato de canelones, clic; de la mano grasienta en el reposabrazos a la televisión, clic; de la patata frita adherida a su barba a los pies sobre la mesita que limpié ayer, clic.

Cic, clic, clic, clic, clic, clic. El sonido se expande hasta convertirse en el chirriante pitido del final de la carta de ajuste.

Los labios de mi marido se mueven, pero yo no escucho nada que no sea el tenaz e irritante pitido. Ese sonido, exasperante y monótono, lo envuelve todo, lo rellena todo, lo acapara todo sin dejar espacio para nada más. Sin pausa, sin descanso, sin tregua.

Cierro el grifo.

—Tenemos que hablar.

El ruido cesa.

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10 comentarios


montsefuster.mon
montsefuster.mon
08 jun 2023

Relato intenso y ágil. Se palpa claramente el agobio, la saturación, la infelicidad de las personas y lo que nos puede afectar tanto físicamente como emocionalmente.

Súper Silvia 👍


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S.D.Esteban
S.D.Esteban
12 jun 2023
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Gracias Montse. Lo cierto es que no deberíamos dejar que esas gotas nos golpearan hasta la saturación; deberíamos cerrar el grifo antes, pero, ¿cómo saber dónde está el límite? ¿cómo saber cuándo cerrar? Complicado, y más cuando toda la vida te han enseñado que ese grifo tiene todo el derecho a estar abierto. Saludos y un abrazo fuerte, amiga!

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rodrigomartinezpuerta
05 jun 2023

Excelente manera de captar el hartazgo, sin estridencias, con verosimilitud y un espíritu reivindicativo en cuanto a los roles de género. Enhorabuena, Silvia.

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S.D.Esteban
S.D.Esteban
05 jun 2023
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Gracias Rodro. Siempre me hace mucha ilusión tus comentarios a mis humildes letras. Me alegro de que te haya gustado. Un abrazo, compañero!

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cfalcon31
04 jun 2023

Muy bueno, con ese crecimiento tan eficaz de la tensión me esperaba un asesinato o una huída de casa o algo más dramático. Realmente consigues poner al lector "on edge" como dicen los anglos. Enhorabuena!

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S.D.Esteban
S.D.Esteban
05 jun 2023
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Muchas gracias, Cristina. Eso mismo esperaba mi lector beta la primera vez que lo leyó. Quizá yo soy demasiado realista, demasiado con los pies en la tierra, demasiado fiel a circunstancias sencillas y mundanas. De vez en cuando estaría bien estrellar contra la pared algún plato, aunque sea con tres canelones fríos.

Enormemente agradecida por tu comentario y tu tiempo. Un abrazo!

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beaolis
29 may 2023

Maravilloso relato... lo he visto como un thriller, expectante y cabreada hasta ver cómo se resuelve... me ha fascinado. Enhorabuena Silvia.😘😘😘

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S.D.Esteban
S.D.Esteban
29 may 2023
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Muchísimas gracias, Bea. Un placer contar siempre con tu lectura y comentarios. Un abrazo!

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Miembro desconocido
27 may 2023

Yo a la tercera gota... Sublime.💛

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S.D.Esteban
S.D.Esteban
29 may 2023
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Gracias compañer@. Siempre es agradable saber que la historia ha llegado al corazón. Un abrazo!

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