Ambos están en la cama semidesnudos, tumbados uno frente al otro.
Él la mira tiernamente a los ojos y le sonrÃe. No concibe la vida sin ella. Siente que mientras permanezca a su lado todo irá bien; que mientras continúen unidos, su mundo estará en calma.
Ella le sostiene la mirada, le devuelve la sonrisa y le acaricia suavemente la cara. Nota como si el corazón le fuera a explotar de tanto amor que guarda dentro. Una lágrima de felicidad recorre su mejilla. ¿Cómo es posible querer de semejante manera?
De repente, ella mira el reloj. Ha de empezar a organizarse. Retira suavemente la lágrima de su mejilla y comienza a vestirse mientras él permanece en la cama y sigue todos sus movimientos con la mirada.
Una vez está todo listo, ella vuelve a sentarse en la cama y coloca las almohadas tras su espalda para estar más cómoda. Después lo coge a él en brazos y lo posa sobre su regazo mientras desabotona su camisa. El bebé le sonrÃe y patalea alegremente. Está contento; sabe que es hora de comer y acerca con ansia su boca al pecho que le ofrece su madre.
Ambos se miran y se sonrÃen de nuevo.
Ella no cambiarÃa este momento ni por todo el oro del mundo.
Él la mira con un amor y devoción sin lÃmites mientras sacia su estómago. Definitivamente, ella es su primer amor.