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Foto del escritorS.D.Esteban

Foto de empresa

A Roberto le incomodaba el jersey. Sin embargo, era el único polo blanco de su guardarropa y en el mail de la empresa figuraba bien claro: jersey blanco y vaqueros azules, de manera que se enfundó en él tratando de no pensar demasiado y salió de casa.

Cuando llegó ese sábado a la oficina eran las nueve y seis. Todos debían estar ya dentro, aunque quizá eso fuese lo mejor: no se vería obligado a conversar con nadie, posaría para la dichosa foto de equipo y se marcharía a casa.

Una veintena de caras se volvieron hacia él nada más hubo abierto la puerta y ninguna reflejaba simpatía, compañerismo o, ni tan siquiera, un grado mínimo de aceptación. Solo desprendían resentimiento, animadversión y, en el mejor de los casos, recelo. Nadie respondió al “buenos días” que se despeñó de su boca tras un leve carraspeo para terminar tropezando con toses y unas cuantas miradas esquivas.

—¿Dónde me coloco? —preguntó al fotógrafo.

—Dónde usted quiera. No hay orden establecido.

Roberto analizó al grupo. Cuchicheos, miradas de soslayo, disimulos. Solo dos compañeros retaban al fingimiento y le observaban directamente. Combativos, desafiantes, rebosantes de odio. Roberto estiró el cuello de su polo para aligerar el picor de la espalda e intentó decidir dónde colocarse. Divisó en uno de los extremos a Nieves, una compañera cercana a la jubilación que siempre le había tenido en gran estima, y se encaminó hacia ella. Esta, al presentir el acercamiento, cambió el peso de una pierna a otra y levantó ligeramente sus gafas sin perder de vista el suelo. No articuló palabra. Tampoco Roberto.

—Bien. Si ya estamos todos... —dijo el retratista alzando su cámara y añadió—: Sonrían.

—Un momento —dijo Juan, el de contabilidad.

El camarógrafo bajó la Nikon.

Quizá a Roberto le gustaría cambiar de lugar. Tal vez no se encuentre demasiado cómodo donde está y prefiera situarse en el otro extremo, ya sabe, para mostrarnos... su otra cara —añadió el de contabilidad remarcando las tres últimas palabras con evidente desprecio.

—Estoy bien aquí, gracias.

—No, en serio. A mí no me importa esperar. ¿O te parezco demasiado... condescendiente? Es esa la palabra que utilizaste para definirme, ¿verdad? Condescendiente. ¿Te lo parezco?

Un pesado silencio se extendió en la sala. El calor asfixiaba a Roberto y las gotas de sudor que recorrían su espalda no hacían sino acrecentar la sensación de picor y escozor que bullía bajo su piel.

El retratista miró a Roberto esperando respuesta. Al no obtenerla, volvió a levantar la cámara, flexionó las piernas y repitió: “sonrían”. Sin embargo, el chirrido de la puerta y el consiguiente ladeo de cabeza de los presentes hacia la misma le impidió presionar el botón.

—¿Qué pasa ahora? —preguntó el fotógrafo malhumorado tras bajar la cámara y soltar un bufido.

—Señor León, el señor Gutiérrez quiere verlo en su despacho —anunció la secretaria del director.

Un “mira tú por dónde al final va a tener el protagonismo que se merece” precedió a risitas mal intencionadas.

En el despacho del director, Roberto se manifestó: nunca hubiera pensado que el lanzamiento de su primera novela levantaría tantas ampollas. Tan solo se trataba de una historia común con los sucesos triviales de cualquier oficina normal y unos compañeros con los que poder identificarse, con virtudes y defectos. ¿A qué venía tanto revuelo? Él únicamente había sido un espejo: había presenciado unos hechos y los había reflejado sobre el papel. ¿Acaso era eso más enjuiciable que el comportamiento en sí?

Durante la admonición de su jefe, el jersey, que tanto disgusto y desazón le había provocado desde el primer momento, a Roberto se le antojó insoportable. En cuanto llegara a casa se cambiaría de ropa. No estaba dispuesto a consentir que continuara irritándole la piel ni un segundo más.

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6 Comments


Lázaro Marco Salvador
Lázaro Marco Salvador
Aug 17

Hola Silvia

Te felicito.

Un relato en el que logras intriga, y la sorpresa de que se trate de un libro.

No es bueno escribir sobre personas que uno conoce; estás obligado a no dejarles leer tus relatos ; ).

Saludos

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S.D.Esteban
S.D.Esteban
Aug 17
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Hola Lázaro! Encantada de tenerte de vuelta!

Pues sí, mejor no escribir demasiado sobre conocidos. Es muy probable que muchos no salieran demasiado bien parados. ;-)

Que disfrutes del verano y las vacaciones! Un abrazo.

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montsefuster.mon
montsefuster.mon
Jul 14

Está claro que la verdad ofende a quienes no están preparados para aceptarla y/o cambiarla.

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S.D.Esteban
S.D.Esteban
Jul 14
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Pues sí; un poco más de autocrítica de vez en cuando no nos vendría mal.

Un abrazo enorme y muchas gracias, Montse!

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beaolis
Jul 13

Trabajo de alto riesgo el de escritor/a... pero estoy de acuerdo; si algo de molesta, deshazte de ello. 🥰

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S.D.Esteban
S.D.Esteban
Jul 14
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¿Y cuál no lo es? Ja, ja, ja. Como dicen por ahí, en este mundo sobra gente y faltan personas. Y cada vez hay más suéteres que pican. ;-)

Un abrazo y mil gracias, Bea.

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