Él esta nervioso porque sabe que ella subirá en esta parada. Como cada dÃa; a la misma hora.
Ella le sonreirá tÃmidamente y se sentará enfrente; en silencio; sin decir nada.
Después abrirá su libro y simulará que lee. Y sus miradas se encontrarán, de vez en cuando.
Y ambos se sonreirán.
Pero las puertas se han cerrado y el asiento de enfrente continúa vacÃo.
El tren prosigue hacia su destino y él, ansioso, la busca en el andén con la mirada.
Pero ella no está; hoy no ha venido.
Lo que él no sabe es que mañana tampoco vendrá. Ni ningún otro dÃa.
Él ignora que jamás volverá a verla.
Desconoce que se casará dentro de unos años, que vivirá una vida plena y feliz con su mujer, sus hijos y sus nietos, pero que aún asÃ, incluso en sus últimos dÃas, recordará a la joven lectora y lamentará no haber hablado con ella.