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  • Foto del escritorS.D.Esteban

La Noche de Reyes

Anoche millones de mariposas de colores volaban dentro de mi barriguita mientras lo preparábamos todo. Cogimos un cubo grande, lo llenamos de agua y lo pusimos cerca de la puerta para que los camellos pudieran beber nada más entrar si venían muy cansados del viaje; colocamos en una bandeja tres vasos, el paquete de la leche, las galletas, el cacao y tres trocitos de roscón que les habíamos guardado; también pusimos los zapatos de papá, los de mamá y los míos debajo del Belén para que nos dejaran regalos a todos. ¡Ah!, y yo dejé encima de los míos la carta que les había escrito con lo que les pedía para este año.

Después mis papás me mandaron a la cama porque dicen que los niños no pueden ver a los Reyes. Pero yo, que soy muy lista, cogí a escondidas la cámara de fotos de mi mamá. Quería hacerles una foto cuando llegaran, pero debí de quedarme dormida.


Nada más abrir los ojos he saltado de la cama y he ido de puntillas al salón para ver si habían venido. Al abrir la puerta he visto una montaña de regalos debajo del Belén. ¡Además los camellos se habían bebido toda el agua del cubo y los trozos de roscón habían desaparecido!

He salido corriendo a la habitación de mis papás para preguntar si podíamos abrir los regalos. He entrado despacio y he despertado a mi mamá. Mamá me ha dicho flojito que esperara un poco y que volviera a la cama, que era demasiado temprano. Pero yo me he ido otra vez al comedor.

Todos los regalos tenían un papel blanco con el nombre delante. Los he contado y eran cinco. También he leído los nombres. ¡Yo era la que más regalos tenía! Papá y mamá tenían solo uno cada uno y ¡yo tres regalos enteros solo para mí! ¡¡Y los más grandes!!

He esperado un ratito más, pero como mis papás no venían y yo estaba muy anti paciente, he cogido una de las cajas, la más pequeña, y la he abierto. ¡Era mi barbie favorita! Luego he abierto la otra caja, la que era un poquito más grande, y dentro había un perrito de peluche.

Ya les expliqué a los Reyes Magos en mi carta que les pedía un perrito de juguete porque mi mamá dice que ahora no puede ser uno de los de carne y hueso, pero que me iba a portar muy muy bien para que el año que viene me trajeran uno de de esos que ladra de verdad y te lame la cara y juega contigo; que iba a ser una niña grande y me encargaría yo solita de sacarle a pasear, de limpiarle las caquitas y de llevarlo al médico de los perritos. Bueno, de momento jugaré con este que no hace nada de eso pero que también es muy mono.

Al final me he lanzado sobre la caja más grande. Pensaba que sería la cocina que pedía en mi carta, pero me he equivocado. Era uno de esos juguetes que piden los niños para arreglar y montar cosas. ¿Para qué quiero yo un juguete de chicos? He buscado el papel en el que venía envuelto para asegurarme de que ponía mi nombre porque quizá los Reyes Magos se habían equivocado de casa y habían llevado mi cocinita a la casa de otro niño. Sin embargo, en el papel lo ponía bien claro: Lucía.

Es entonces cuando me he dado cuenta de que había una carta sobre mis zapatos que no era la que yo había escrito. La he cogido y le he dado la vuelta. En la parte de atrás ponía: “Los Reyes Magos de Oriente”.

Ya sé leer. Aprendí de las primeras de la clase. Mi mamá dice que soy muy lista. He abierto la carta y he leído: “Sabemos que pediste una cocina pero, como has sido muy buena este año, hemos decidido hacerte este regalo para que explores nuevos horizontes”. No entendía muy bien lo que significaba eso, así que he decidido llevársela a mi mamá para que me la explicara.

Cuando me he dado la vuelta, he visto que mi mamá no estaba durmiendo. Estaba en la puerta del comedor con mi papá. Ambos me observaban y mi papá tenía delante de los ojos una cámara más grande que la que yo le cogí a mi mamá.

Les he enseñado la caja grande y les he preguntado si mi regalo era un horizonte. Los dos se han reído. Yo quería una cocinita, no un horizonte. Cuando se lo he dicho se han vuelto a reír. Parecían muy contentos y felices. No lo entiendo. A ellos los Reyes Magos solo les habían traído un regalo a cada uno y ni siquiera sabían si era lo que habían pedido.

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