La mujer mira absorta a través de la ventana. Sus ojos están ya tan secos como su corazón.
Querría ser cualquiera de ellos. Cualquiera de los que caminan bajo la lluvia. Y no regresar nunca a su casa, a sus recuerdos, a sus reproches. Vivir la vida de otro; sí, ese sería su deseo.
Sin embargo, los recuerdos golpean a la puerta con insistencia: la fatídica palabra, los días enteros en el hospital, la vida escapándosele a cada aliento...
Nadie debería sobrevivir a sus hijos, piensa mientras intenta no ver el reflejo de la urna en la ventana.
Una historia dura... suena muy real....
Cierto… la vida… que injusta que es a veces…