Es domingo. Me levanto temprano por la mañana y voy a la cocina a prepararme un té. Mientras el agua comienza a calentarse, miro a través de mi ventana. Me encantan estos minutos que son solo para mí. Observo mi árbol y me imagino balanceándome en un columpio que cuelga de una de sus ramas; el viento chocando en mi cara; la sensación de vértigo en mi estómago.
El pitido del agua caliente me extrae de mis pensamientos. Sumerjo en el vaso mi bolsita de té y me deleito con el burbujeo y el olor que desprende. Después, me apodero del bonsái que descansa sobre la repisa de mi ventana y me siento a la mesa con mi infusión y mi árbol. Lentamente, entre sorbos de té caliente, voy cortando y acariciando con mis dedos las pequeñas hojas de mi fiel compañero. Mimando sus pequeñas ramas, de las que siempre sueño que me columpio.
Dentro de pocos minutos, las niñas despertarán y comenzará el ajetreo de la mañana. Sin embargo, ahora es mi momento, pienso mientras suspiro.
Ahora, solo estamos mi árbol y yo.
Me encanta la paz que transmite...😍