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  • Foto del escritorS.D.Esteban

Muestras de amor

Actualizado: 2 abr 2021

El padre saca la olvidada caja del fondo del armario y la coloca sobre la mesa. Después, casi con miedo, la abre y toma entre sus manos una de las tarjetas que contiene. Su cabeza está tan llena de recuerdos como esa caja: su pequeña sobre la cama cantando una canción mientras él le grababa en vídeo; cuando su hija sintió por primera vez en sus piececitos el tacto de la arena de la playa y el oleaje del mar; su primer día de colegio, cuando su mano envolvía la de ella; como su chiquitina le acariciaba la oreja cuando la cogía en brazos, ...


Acaricia con sus dedos el dibujo de esa tarjeta hecha a mano por su hija hace más de mil años. “Te ciero, papi”, muestra la escritura infantil. Es una de las muchas tarjetas que ella le regaló por el día del padre o por su cumpleaños. Tarjetas que un día, sin saber por qué, se dejaron de hacer.


- Papá, me voy. He quedado con mis amigas – le dice seca la hija que reconoce las tarjetas que tiene su padre entre las manos pero que simula no hacerlo.


- Muy bien – contesta el padre pensando un “te quiero” que lucha por salir de entre las agitadas aguas de su garganta pero que, sin embargo, se ahoga después, hundiéndose poco a poco en ellas.


El sonido de la puerta al cerrarse indica al padre que, una vez más, ha dejado escapar la oportunidad de mostrar a su hija lo que significa para él. Una vez más, esa hombría equivocada, ese orgullo mal entendido, han esposado sus sentimientos y no han permitido salir a las palabras. “¿Por qué me resulta tan difícil?”, se reprende. “Quizá aún no sea demasiado tarde. Quizá, la próxima vez, reúna el suficiente valor.”


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