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  • Foto del escritorS.D.Esteban

Otoño

El anciano, sentado en el porche, se recuerda con quince primaveras y la cabeza llena de pájaros. Casi sin darse cuenta llegó el estío, con su calidez, su agitación y su brillo. Ahora, el otoño reviste de marrones y cobrizos el paisaje que con tanto esfuerzo compuso. “Tenemos que irnos, padre”, le apremian. Una brisa gélida agita los robles. El viejo menea la cabeza apesadumbrado. Muy pronto todas esas hojas cubrirán el suelo.


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