A mi madre siempre le gustó comprar en el mercadillo de segunda mano artilugios innecesarios que acababan acumulando polvo en algún rincón. Yo disfrutaba de la visita por el puesto de libros usados que, a mi entender, era lo único que tenía algún valor entre todos aquellos desperdicios de vidas ajenas. Ella siempre me compraba una novela para recompensar el viaje y el esfuerzo.
Ahora ya no soy un mocoso que acompaña a su madre al mercadillo. Mi madre murió hace casi veinte años, en su casa, rodeada de todos sus trastos inservibles y viejos.
Vendí la casa con todo lo que había dentro. Sin embargo, como una tradición, vuelvo al mercadillo cada primer viernes de mes y compro una novela. Las paredes de mi casa están revestidas de libros que me recuerdan a ella.
Soy escritor. También tengo que agradecerle eso a mi madre. Me rodeo de mundos prestados como ella se rodeaba de cacharros ajenos, solo que yo no tengo hijos que vendan mi casa con sus libros dentro el día que yo ya no esté.
Hola Silvia.
Precioso relato.
Siempre queda un poso, desperdicios; buenos o malos (libros, radios viejas...) a gusto del que lo valora.
Un texto que me transmite soledad, añoranza. Te felicito por ello.
Un saludo
El circulo se cierra... un relato que te hace pensar, que te revises tus apegos y quizá que aprendas a dejar ir y vivir el momento... 😍😍😍
Relato corto pero lleno de significados, intuyo la necesidad de poseer algo aunque como dice el autor: de mundos prestados ( que bonita la frase), el tema del fin de la vida… que por mucho que tengamos, sean libros o trastos, familia o no, lo vamos a dejar todo pero suempre dejaremos nuestra esencia a alguien.