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Foto del escritorS.D.Esteban

Yo me pongo lo que quiero

—¡Que sí, mamá; que vale! —le grita Marina a su madre antes de entrar en su habitación y cerrar de un portazo.

¡Qué pesada, macho! Todo el santo día en plan tienes que hacer esto, tienes que hacer lo otro,… Siempre controlando, siempre encima, siempre pendiente. ¡Qué peñazo! No creo que sea un crimen contestar un par de mensajes durante la cena. Ellos también miran el móvil en la mesa, pero como ellos son los padres…. ¡Pues no es justo!

El silbido en su teléfono móvil indica la entrada de un mensaje de Julen. Marina le ha puesto un tono diferente para poder contestar enseguida. No le gusta hacerle esperar y se preocupa si no contesta al momento. 

¿Seguro que tienes que ir? No me gusta que salgas sola de noche. Hay mucho loco suelto. Si lo que quieres es salir, podemos ir nosotros solos a algún sitio

Míralo cómo me quiere, cómo se preocupa por mí, piensa Marina mientras teclea:

Cariño, ya sabes que no voy sola. Voy con Carla y estas. Es su cumpleaños y no puedo faltar. Compréndelo. Es mi mejor amiga. Se lo prometí hace semanas.

Sé que me quiere mucho pero, a veces, se preocupa demasiado en plan quiere saber en todo momento dónde estoy, con quién, lo que hago,... Le quiero mucho, pero a mí también me apetece hacer cosas sin él.

Otro silbido. 

No me fio de Carla. Es demasiado … suelta... Tú ya me entiendes... Además, te echo de menos. Preferiría que estuvieras aquí conmigo. Acércate un rato. Mis padres no están en casa ;-)  Puedes salir con ellas otro día. Si Carla es tan amiga tuya, tendría que entenderlo, ¿no te parece?

Marina teclea rápidamente sobre su móvil.

Cariño, me encantaría estar ahí contigo, te lo aseguro. Yo también te echo de menos. Pero se lo prometí a Carla. Te llamo mañana, okis? TQ

Mira la hora en el teléfono móvil y lo deja sobre la mesita. Tengo que darme prisa. La discusión con mis padres ya me ha hecho perder bastante tiempo y todavía me queda vestirme y maquillarme. Bueno… quizá no me maquille. A Julen no le gusta que me pinte, dice que estoy más guapa al natural, que las demás han de pintarse porque son feas. ¡Tiene cada cosa…! Siempre me dice que soy demasiado bonita y que no le hace gracia que todos me miren. Es un poco celoso, pero eso es una muestra de amor, ¿no?, reflexiona Marina. 

Se dirige a su armario, lo abre y comienza a ojear el contenido. ¡Qué asco de ropa! ¡No tengo nada que ponerme! Hace demasiado tiempo que no me compro nada. Últimamente siempre voy con lo mismo. Seguro que Carla se ha comprado un vestido nuevo para su cumpleaños y estará monísima.

Un nuevo silbido vibra en el móvil. Marina lee el mensaje.

Pues no lo parece. Prefieres estar con tus amigas que estar conmigo. ¿Por lo menos me enviarás una foto cuando estés en el restaurante con ellas para que no me preocupe y pueda dormir?  Y recuerda, que salgan ellas también. 

¡Lo que me faltaba! ¿Otra vez?

Pues claro que te quiero cariño. ¿Cómo puedes decirme eso? Y no te preocupes. Te enviaré la dichosa foto, como siempre.

Deja el móvil de malos modos sobre la mesita y camina de nuevo hacia el armario. ¡Siempre la misma historia! Si apenas salgo... Voy con él a todos los lados en plan perrito faldero y para una vez que salgo con mis amigas... ¿por qué le molesta tanto? ¿será porque Carla no le cae bien? ¿porque piensa que voy a actuar como ella? Pero yo no soy así, ¿por qué no puede confiar en mí? Además, ¿por qué tiene que estar todo el santo día criticándola en plan que si ha salido con muchos, que mira cómo viste, que parece que se lo esté buscando…? ¿buscando el qué? Ella puede vestir como le de la gana. Seguro que si fuera un tío no diría que ha salido con demasiadas, razona Marina mientras pasa las perchas del armario de un lado a otro con brusquedad hasta que, de repente, su mano se detiene.

—No recordaba este vestido.

Es un vestido negro de algodón y lycra. Tiene un escote cuadrado y la parte baja del vestido le llega por encima de las rodillas. Es sencillo pero, al mismo tiempo, elegante. ¿Por qué ya nunca me pongo cosas así? ¿Por qué ya no me arreglo para salir como antes? Carla tiene razón. Puede que haya cambiado desde que voy con Julen. En plan, antes me ponía vestidos, salía más con ellas, hacía otro tipo de cosas …

Silbido. 

Lo siento, cariño. Es porque te quiero demasiado, ya lo sabes. Te quiero tanto que necesito saber en todo momento que estás bien. Si algo te pasara… Sólo quiero protegerte, saber en todo momento que estás bien.

Marina teclea:

Está bien. No te preocupes tanto. Ahora tengo que dejarte. Todavía tengo que vestirme y ya llego tarde. Hablamos mañana. Te quiero.

Después observa con nostalgia el vestido negro que ha dejado sobre su almohada para contestar al mensaje de Julen. A Julen no le gustaría verme vestida así y he de enviarle una foto cuando esté en el restaurante,

Marina coge la percha del vestido y, dándole una última ojeada, lo devuelve al armario. Seguidamente, rebusca entre los cajones y escoge unos vaqueros azules desgastados y una camiseta negra de manga corta.

—Bueno. No es el vestido negro, pero …

Nuevo silbido.

¿Seguro que tienes que ir? No dormiré en toda la noche pensando que estás fuera. Cuando llegues a casa envíame un mensaje. 

¡Joder! ¿Por qué me dice que no va a dormir en toda la noche? ¿Es que pretende hacerme sentir culpable o qué? Pues esta vez no voy a picar. No pienso quedarme en casa ni ir a la suya. Voy a ir a la fiesta de Carla y a divertirme. ¿Por qué no puedo hacer lo que me venga en gana? ¿Por qué tengo que sentirme mal si hago algo que él no quiere que haga? Sólo voy a salir con mis amigas. Puedo hacer lo que quiera mientras le respete. Es él quien no me respeta diciéndome en todo momento lo que tengo que hacer. Él no es mi dueño. Yo puedo tomar mis propias decisiones.

Marina se dirige de nuevo al armario y saca el vestido que instantes atrás había colocado dentro. Se desprende de los vaqueros y la camiseta y permite que la suavidad de su precioso vestido negro de lycra la acaricie y la envuelva como una segunda piel.

—¡Dios, qué guapa estoy! ¡Me sienta genial! —dice Marina sonriente a la imagen que le devuelve el espejo— Carla va a flipar cuando me vea.

Otro silbido

¿No contestas? ¿No te importa que no pegue ojo en toda la noche? ¡Si suspendo el examen del lunes será por tu culpa! 

—¡Ja! ¡Y una mierda! ¡Yo no tengo la culpa si tú no estudias! Y no pienso contestarte. ¡Ya te he dicho todo lo que tenía que decir! —exclama Marina lanzando el móvil sobre la almohada.

—Y ahora… ¡ A maquillarse! —dice tras sentarse y sacar del cajón de la cómoda un neceser que hacía meses que no veía la luz.

Del estuche de maquillaje extrae una máscara de pestañas que coloca con cuidado sobre las suyas y sus ojos brillan como no lo hacían desde hacía tiempo.

Sonríe. Le gusta la imagen que tiene ante sí.

Otro silbido.

Marina se gira a leer el mensaje de texto sin tocar el móvil.

¿No tienes nada que decir?

—Pues lo cierto es que no. Ya te lo he dicho todo —contesta al aire mientras rebusca en el neceser y extrae un pintalabios que gira sobre sí mismo y descubre un rojo pasión enterrado en un tubo durante demasiado tiempo.

—Perfecto para una noche de celebración.

Despacio, muy despacio, Marina recorre con la barra carmesí el labio superior que se tiñe de un alegre y rojo brillante para terminar repitiendo la operación sobre la delicada y suave piel del labio inferior.

Silbido.

¿Por qué no contestas a mis mensajes?

Marina sonríe al espejo.

Otro silbido. 

Tranquila, muy tranquila, y tras comprobar que en el bolso lleva las llaves y el dinero que le han dado sus padres, introduce el pintalabios en él y sale de su habitación.

—¡¡ Papá, mamá, me voy!! No llegaré tarde. ¡¡Os quiero!!

El cuarto queda en silencio; los vaqueros y la camiseta, del revés sobre las sábanas; el neceser, abierto sobre la cómoda. 

           Y el móvil, solo, sobre la almohada.

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4 Comments


montsefuster.mon
montsefuster.mon
hace 2 días

Menos mal, que finalmente reacciona y toma la mejor opción, irse y olvidarse del depredador. A veces nos invaden este tipo de relaciones vampíricas que nos consumen y anulan. No siempre es fácil darse cuenta y tomar acción. Pero relatos como este, donde queda reflejada la realidad, en este caso, en una adolescente, puedan servir a mujeres con semejante situación, se atrevan a defender su espacio vital y su paz interior.

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S.D.Esteban
S.D.Esteban
hace un día
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Yo no lo habría expresado mejor. Muchas gracias por tu comentario, Montse, y un abrazo muy fuerte!!!

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beaolis
hace 6 días

Me encanta.... que seguridad y fortaleza en el personaje femenino. Me da fe en la juventud. Un ejemplo del mundo plasmado de forma genial. 👌🏻❤️

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S.D.Esteban
S.D.Esteban
hace 6 días
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Gracias, Beatriz. Pues sí: los jóvenes siempre tienen mucho que enseñarnos ;-)

Me alegra que te haya gustado. Un abrazo!

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