Él la mira mientras ella está completamente entregada en los brazos de Morfeo. Observa su pequeña naricilla, sus largas pestañas, sus labios carnosos... Sonríe. No se cansa de mirarla; se pasaría así la vida entera.
Le ha acompañado a casa y han estado hablando en el sofá hasta que ella se ha quedado profundamente dormida. Después, le ha ayudado a tumbarse, le ha puesto una manta sobre su cuerpo y se ha sentado en la butaca de enfrente como hipnotizado. Deseando detener el tiempo y sintiéndose inmensamente feliz.
Quizá mañana le diga lo que siente por ella. Sí; quizá.
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